Cómo escribí «Una buena chica»
Las historias suelen perseguirme bastante tiempo antes de transformarse en relatos. Solo cuando se convierten en evidencias tan insoportables que no me dejan ni de noche ni día, las escribo. Es como un estado de preñez literaria. Ahora mismo tengo una en la cabeza, pero todavía no sé, con certeza, por qué ese hombre mayor va en ese tren de alta velocidad, enciende un puro y discute con la revisora sobre la interpretación semiótica del cartel de prohibido fumar. Pero, poco a poco, se va desvelando el misterio (a base de interrogar al anciano, que aún ni nombre tiene), y ya presiento la inquietud de mi lápiz y mi libreta. Los haré esperar un poco más. (más…)