Así comienza La ira del carpintero, la novela en la cual estoy trabajando desde hace más de un año. Sí, lo sé, voy muy lento, pero es que tengo un defecto, casi un vicio hedonista e inconfesable: abrir la nevera todos los días y comprobar que tenemos comida (mi gato Uriel no es comida). Ah, y darle al interruptor y que se haga la luz. Eso también.
Visto así, pareciera que escribo poco. Sin embargo, escribiendo una página por día, al cabo de un año se tiene una novela de una extensión respetable. Yo escribo «un poco» todos los días, aunque no siempre La ira del carpintero. Tengo varios proyectos literarios en marcha y espero concretarlos en los próximos seis años.
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Mis otros proyectos literarios
Uno de ellos es Entrevistas con la maestra, una colección de diez relatos para cuyos desarrollos dependo del tiempo disponible, justamente, de la maestra. Está en marcha.
El otro de mis proyectos literarios es Los maleducados, una novela que tiene mucho de mi propia conciencia social. Está en fase de planificación y recolección de información, aunque ya tengo escritas unas cuantas escenas sueltas. En realidad, sería la versión literaria de una convicción que me acompaña desde hace, no sé, quizá más de treinta años, y que se reafirma día tras día. Bajo esa misma convicción realicé un trabajo que ganó un premio interuniversitario de investigaciones socioeconómicas cuando estaba cursando cuarto año de Economía en la Universidad del Aconcagua, en la provincia de Mendoza, Argentina.
Mis proyectos literarios 2017-2023 se completan con Contar una historia bien contada, un manual/curso de técnicas narrativas en el cual estoy trabajando desde hace casi cinco años. Cualquiera pensaría, y con razón, que es mucho tiempo para un libro de escritura creativa. Sin embargo, mi objetivo no es lanzar un compendio de «fórmulas o tips infalibles» sobre la escritura. Llevo muchos años impartiendo cursos de escritura, y siempre con una premisa: animar al escritor a cruzar sus propias fronteras, a construir el aprendizaje a partir de su propia experimentación y, sobre todo, a reflexionar sobre el arte literario. Entonces, las fuentes para concretar el proyecto son las inquietudes de los alumnos que han pasado por mis cursos, plasmadas en los foros del aula virtual, en chats tutoriales y en correos electrónicos. Dicho de otro modo, quiero ofrecer al lector un acceso claro a las técnicas narrativas, pero sin apartarme de los problemas reales y concretos a los que se enfrentan los escritores cuando quieren contar sus historias.
Por esa razón, el proyecto Contar una historia bien contada es lento. Tengo que analizar el material reunido en el transcurso de tantos años impartiendo cursos. Para que os hagáis una idea, solo el curso de Técnicas Narrativas dispone de 18 sesiones de chat tutorial de dos horas cada uno, es decir, 36 horas, además de los foros y los mensajes privados. ¿Cuántos cursos habré impartido en los últimos diez años? Pues, haced las cuentas. Mucho material que analizar, ¿no? Pero estoy en ello. El proyecto es muy ambicioso, pero me apetece ofrecer a los escritores un material valioso, por decirlo de algún modo, «basado en hechos reales».
Todavía no he decidido de qué modo materializaré la publicación de todos estos proyectos. De momento, y con lo caótico que soy, lo que más me preocupa es llegar al 2023 con los objetivos cumplidos.
No suelo contar mis proyectos literarios. Incluso, pienso que seguramente a nadie le importe. Pero me apetecía contarlos, representa algo así como invitarlos a pasar a la trastienda de este blog, a mi cocina literaria.
6 comentarios en «Mis proyectos literarios 2017-2023»
Contar los proyectos está bien, para obligarte a cumplirlos. Biquiños!
Eso es muy cierto, Cris. Un abrazo.
Me encanta el inicio de La ira del carpintero.
Muchas gracias, Clara. Viniendo de ti, es muy alentador.
Muy interesantes cada uno de tus proyectos Néstor!! Así además se nos va haciendo la boca agua…!
Un saludo
Muchas gracias, María Eugenia. Un abrazo.