Mireya Álcaráz tiene dieciséis años y es escritora. La conocí cuando tenía catorce y, desde entonces, la he adoptado literariamente, del mismo modo que en mi adolescencia me adoptó don Américo Calí. Sin más preámbulos, los dejo con su nuevo artículo, «La necesidad de escribir».
Como estudiante, me gustaría tratar este tema, ya que es algo muy cercano a mí, y tengo la oportunidad de comprobar día a día cómo, cada vez más, los estudiantes leen de forma sistemática y monótona.
En las aulas se enseña leer.
(Dellat.legĕre).
tr. Pasar la vista por lo escrito o impreso comprendiendo la significación de los caracteres empleados.
Obviamente, esto no motiva a nadie. La literatura requiere mucho más.
Disfrutar de un texto cuando se lee es muy importante para motivar al lector. No se puede pretender tener lectores de buena literatura si no se les enseña a ver más allá de la historia que cuenta.
No a todo el mundo tiene por qué agradarle la lectura, pero pongo la mano en el fuego, y no me quemo, si digo que si nos enseñaran a leer, habrían muchos más lectores y muchos menos voy-a-leer-algo-aunque-sea-el-prospecto-del-ibuprofeno.
A la vez que la imagen del »escritor» está siendo infravalorada porque cualquier persona con un poco de interés puede escribir y publicar, y no solo eso, sino también vender, la del »lector» está siendo sobrevalorada, ya que cualquier persona, por el simple hecho de pasar la vista por lo escrito o impreso comprendiendo la significación de los caracteres empleados, se entiende por lector.
Hoy tengo 14 años, y esto es algo que me inquieta, posiblemente con el paso de los años esto llegue a verlo de otra manera (y ojalá).