Mireya Álcaráz tiene dieciséis años y es escritora. La conocí cuando tenía catorce y, desde entonces, la he adoptado literariamente, del mismo modo que en mi adolescencia me adoptó don Américo Calí. Sin más preámbulos, los dejo con su nuevo artículo, «La necesidad de escribir».
¿Has pensado en los que irán ahora a dormir en nuestra cama? ¡Qué poco sospecharán lo que han visto! ¡Sería bonito escribir la historia de una cama! Así, en cada objeto vulgar hay maravillosas historias. Cada adoquín de la calle tiene quizá su lado sublime.
Durante la presentación de su libro en Montilla, Néstor mencionó una de las cualidades que yo ahora considero de las más importantes para escribir, la capacidad de extrañamiento. Comenzó a hablar sobre cómo una fotografía de una mujer mirando a través de una ventana, podía desencadenar, en la mente correcta, una historia capaz de sorprender de la forma en la que «La noche del pollo frito» lo hace.
Mientras Néstor explicaba de dónde surgió esta idea, se cruzó en mi mente; »Hostelería con estilo», escrito en el lápiz que utilizamos para corregir y tomar apuntes sobre mis textos el día que nos vimos en El Perelló. Tal vez recuerdo con tanta nitidez aquel simple lápiz por el hecho de que las preguntas al verlo brotaban solas en mi mente. ¿Cómo ha llegado hasta aquí? ¿Cuántos textos habrá corregido?
Y entonces lo entendí todo. Entendí de qué se trataba deshabituarse, extrañarse ante lo cotidiano, fascinarse ante pequeñas cosas y al darse cuenta de esto, comenzar a crear, a inventar en base a lo que vemos todos los días, pero que cuando nos paramos a analizar, pueden contener grandes historias.
Creo que no es un ejercicio innato, que se debe trabajar para potenciar nuestras capacidades de extrañamiento si queremos ser capaces de reflejar en el entorno sentimientos o emociones que puedan
experimentar los lectores, desde el punto de vista de los personajes.
En la presentación de Todas son buenas chicas en Montilla, se trataron temas muy interesantes de los que espero poder hablar en próximas entradas.