Hablar de la importancia que le atribuyo a los diálogos (discurso del personaje) y al espacio (escenario), sería repetirme como el ajo. Ambos recursos trabajan en dos planos. Por un lado, son dos potentes herramientas para la construcción del personaje y, por el otro, contribuyen a mantener vivo el rastro emocional de la historia. En cuanto al espacio, sobre todo si jugamos con elementos cotidianos, el escritor debe contemplarlo con sentimiento de extranjería. Con el diálogo, el personaje se muestra a través de su propia voz.
El escenario y el diálogo como herramientas de construcción del personaje. Clic para tuitear
La vivencia del lector en «La noche del pollo frito» depende de esos elementos.
La noche del pollo frito

Este cuento lo presentí, justamente, una mañana de sábado mientras preparaba jamoncitos de pollo frito, un menú tan mágico que Flor y Santi, mis hijos, hasta llegan a decirme papito querido.
Lo cierto es que fue solo eso, un presentimiento, hasta que un buen día, en el blog de AmilcarMoretti, la vi a ella en la foto que acompaña esta entrada. Era ella, July. Cuando leáis el cuento lo podréis comprobar. El entorno, su sensualidad, la ventana.
Sin embargo, como se lo repito a los alumnos en los talleres, a veces el tema es una intuición muy vaga. Cuando no logramos objetivarlo, lo mejor es empezar a escribir la historia, automáticamente, sin pensar mucho, y dejar que fluya a condición de que, cuando pongamos el punto final, el tema esté perfectamente objetivado y la trama a su servicio. Eso hice.Cuando ponemos el punto final de una historia, el tema debe estar perfectamente objetivado. Clic para tuitear
En el segundo párrafo, apareció Ivana. A medida que la personalidad de July se iba erigiendo, a través de la mirada su amiga sobre el espacio vital, Ivana se autoconstruía. Pero, ¿qué hacía Ivana allí? La verdad, no tenía ni idea, pero estaba seguro de que algo buscaba. Escribí un desenlace poco convincente y, sabiendo que no sería ese, mandé el archivo a la carpeta de «remojos». Unos meses más tarde, no sé si dos o tres, vino a casa la mejor amiga de Flor. Estuve un rato observando la complicidad y cariño que las unía y, sin saber por qué ni entender cuál era la relación de Flor y su amiga con el cuento, supe lo que pretendía Ivana cuando fue al piso de July.
«La noche del pollo frito» es un cuento con el cual estoy satisfecho. Lo estoy con la integración de todos los elementos, con la cercanía de July e Ivana, con la manera con que esas chicas se muestran. Es uno de los pocos cuentos que releo y no cambiaría ni una coma. Pero tengo claro que todo esto debe transmitirse a vosotros, los lectores.
Yo lo escribí, espero que vosotros lo disfrutéis.