Cómo escribí «A Constance, con emoción»

Ya he escrito en este blog sobre mis convicciones respecto a la elección del narrador. Quién cuenta la historia es, para mí, una de las decisiones cruciales a la cual se enfrenta el escritor a la hora de escribir un relato (cuento o novela). Hay infinidad de artículos sobre las ventajas y desventajas de cada narrador, algunas de las cuales, pareciera, se han convertido en verdades inalienables. Sin lugar a dudas, la experiencia juega un papel protagonista, pero más aún el conocimiento, no solo de esos manuales de ventajas y desventajas, sino también de la comprensión cabal de las posibilidades de cada punto de vista narrativo en relación a cómo queremos presentar la historia ante el lector para cause el efecto deseado.

Quién cuenta la historia es una de las decisiones cruciales a la cual se enfrenta el escritor. Clic para tuitear

Hace unos días, Mireya Alcaraz me planteó sus dudas sobre el narrador que estaba utilizando en un relato sobre sadorexia. He llegado a un punto —me dijo— en el cual el narrador protagonista se desvía de mis intenciones. Me anula el giro que quería darle a la historia. Le respondí que uno de los aspectos a considerar en la elección del narrador es la información que cada tipo, por su situación respecto a la historia, pueda poseer y cómo puede filtrarla.

Silvina y la ex directora, en la puerta de la escuela rural de La Llave, en 2014.

Luego de analizar el desarrollo del relato, llegamos a la conclusión de que lo adecuado era un narrador testigo. Pero Mireya encontró una objeción: ¿Y si acaba convirtiéndose en narrador protagonista? Entonces, le expliqué que la clasificación de los tipos de narrador es solo un cuadro establecido con fines didácticos, pero que sus grados y combinaciones son muchísimos, y que siempre-siempre lo importante es la historia y su credibilidad.

La clasificación de los tipos de narrador es solo un cuadro con fines didácticos Clic para tuitear

Me he extendido en este tema porque, justamente, uno de los problemas que me planteó «A Constance, con emoción» fue definir quién contaba la historia, al punto de que la versión finalmente publicada fue la cuarta.

A Constance, con emoción

La historia es una reelaboración de otra que me refirió Silvina (Link) sobre una experiencia que tuvo con un niño de su clase de infantil en la escuela Saturnino de la Reta, de La Llave (Link), San Rafael, Mendoza, allá por el año 90, y que marcó su camino profesional. Es decir, no he recogido la historia real, solo su esencia.

En «A Constace, con emoción» no he recogido la historia real, solo su esencia. Clic para tuitear

La dificultad del cuento era que, en realidad, se trataba de tres historias en una, como si fuese una Matrioska. La de Santiago, la de Constance y la de Leti. Podría haber prescindido de Santiago, lo cual hubiese simplificado la trama. Sin embargo, su presencia era, de alguna manera, un anhelo propio: la continuidad de la labor de Constance.

Con esa idea en la cabeza, lo siguiente era conseguir tres historias equilibradas de tal modo que todas fueran centrales, que ninguna eclipsara a las otras, que ninguna se convirtiera en subtrama. Una vez más, tuve la convicción de que el secreto estaba en quién contaría estas historias, y confieso que di muchas vueltas con este asunto, al punto de reescribirlo cuatro veces, hasta que advertí que la solución era muy sencilla: Si un relato contiene varias historias, una dentro de otra, pero del mismo nivel de importancia, necesito varios personajes protagonistas (sin ser un relato coral), y diferentes narradores. De ese modo, Constance es personaje secundario respecto a la historia principal, pero narrador protagonista respecto a su propia historia, que además tiene a Leti como coprotagonista. Santiago es protagonista de la suya, pero testigo de la de Constance. A su vez, cada trama contiene su propio conflicto y su propio clímax.

«A Constance, con emoción» es un cuento al cual le tengo un cariño especial porque, además de contar una historia, quería que en cada frase se expandiera el rastro de las emociones que Silvina me transmitió cuando me refirió su experiencia. Mi mayor satisfacción son los comentarios de los lectores, que me indican que lo he conseguido, como este de Violeta González, de México:

Espero que vosotros también lo disfrutéis.

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