Herramientas de escritor: El poder de la pregunta dramática
La pregunta dramática es una herramienta de escritor, pero también es un rasgo casi cotidiano sobre el cual se organizan nuestras vidas. Veamos cómo es esto.
(más…)La pregunta dramática es una herramienta de escritor, pero también es un rasgo casi cotidiano sobre el cual se organizan nuestras vidas. Veamos cómo es esto.
(más…)Hace unos días tuve el honor de colaborar en «Estrategias de marketing que sí (y no) funcionan para escritores», el último artículo de Valentina Truneanu, junto a otros escritores de consolidada trayectoria en Internet. La consigna que Valentina nos dio fue que mencionáramos las estrategias de marketing que nos dieron buenos resultados y aquellas que consideramos un fracaso. (más…)
Mireya Álcaráz tiene dieciséis años y es escritora. La conocí cuando tenía catorce y, desde entonces, la he adoptado literariamente, del mismo modo que en mi adolescencia me adoptó don Américo Calí. Sin más preámbulos, los dejo con su nuevo artículo, «La importancia de un buen corrector literario».
Si algo llevo grabado a fuego en la cabeza desde mi primera conversación con Néstor eso es: «En un buen libro, lo que ves es un 1% de todo lo que el autor ha trabajado». A pesar de eso, escribir con esa idea en la cabeza es, en mi opinión, uno de los mayores errores que puede cometer un escritor. Se tiene que saber y tener en cuenta, pero jamás usarlo como justificación para desechar el otro 99%. (más…)
Mostrar, no explicar. No conozco autor que no asuma dogmáticamente este axioma de la teoría literaria que comenzó a cobrar fuerzas a principios del siglo XX, aunque sus primeros vestigios los encontramos en torno a 1850 con Flaubert y sus esfuerzos por desterrar la voz autorial de las obras narrativas.
La esencia de mostrar, no explicar es la «escenificación». Percy Lubbock (1921) lo define así: (más…)
Siempre digo que ante un proyecto existen infinitas razones para no ponerse manos a la obra y una sola para ponerse en marcha: Querer hacerlo. Sin acciones concretas, los proyectos son solo sueños, palabrear, aire contenido en pompas de jabón que, al final, se las lleva cualquier brisa, por tenue que sea. La palabra clave es «convicción», y es lo que nos ha movido a crear Luna Literaria.
Luna Literaria (LINK) es un proyecto editorial cuyo eslogan es «Iluminando talentos literarios». Algunos pensarán que es jactancioso, pero, en realidad, es toda una declaración de intenciones. Como en la buena narrativa, aquí no hay ninguna casualidad, solo causalidad. (más…)
En uno de mis últimos artículos dije que una novela, de cualquier género, es una larga metáfora de las inquietudes del autor. Los límites de los géneros literarios —o los supuestos límites— se difuminan ante la universalidad de los temas que tratamos los escritores cuando contamos nuestras historias. Por ejemplo, la lucha entre el bien y el mal existe tanto en la vida real como en una historia de ciencia ficción, de terror o en una novela negra. Lo que conecta un relato de ciencia ficción con la realidad es que los personajes pueden ser mutaciones intergalácticas de las mantícoras, pero los conflictos a los que se enfrentan son tan humanos como los de Madame Bovary, Leopold Bloom o el vecino de 4to B. Por eso, una novela es una metáfora de las inquietudes del autor, pero también de la realidad. En ese sentido, ningún género escapa de esos atributos realistas. (más…)
Voy a hablar de metaficción y de una aparición creativa ocurrida un día de esos que amanece soleado pero uno anda nublado.
Estoy a pocos meses de una mudanza y, como ya sabréis, las mudanzas sirven para muchas cosas, entre las cuales está la oportunidad de eliminar todo aquello que suponga un síntoma incipiente del Síndrome de Diógenes. En esas labores previas de seleccionar y desechar, apareció una nota del 3/11/2003 que dice, textualmente:
Con el buen día que hace y yo nublado. No tienes ni puta idea de lo que le pasa a Gabriela.
Luego vienen otros apuntes y un diálogo autorial con Gabriela, la coprotagonista de un relato inédito, y una nota especial: «como las cartas a Colet». Así nació mi costumbre de usar la metaficción, fuera de la obra literaria, como estrategia para resolver algunos problemas narrativos. Eso es lo que voy a explicar.
Pero, antes, vamos a ver qué es eso de la metaficción. (más…)
Casi al final del artículo, os confesaré algo muy personal que justificará por qué la ficción literaria es una metáfora de la realidad.
Todos los que estamos ligados a la literatura, lectores y escritores, habremos leído u oído alguna vez que José Saramago, luego de escribir una novela a los veinticinco años, calló (literariamente) durante otros veinte porque «no tenía nada interesante que decir». Los que no lo sabían, podéis leerlo en esta entrevista.
Lo que dijo Saramago no fue nuevo. Algo parecido dijeron Camilo José Cela, Óscar Wilde y Raymond Chandler, y, en la actualidad se ha convertido en una frase hecha, un tópico de la literatura. A pesar de ello, y en esto me incluyo, hablamos mucho de técnicas narrativas, del estilo, de los recursos para generar intriga, de las estrategias de publicación y promoción, pero nada o casi nada acerca de si en el sustrato de la historia que contamos al lector, también entregamos un mensaje que desnuda nuestra propia existencia.
Herramientas de escritor. Cuando pienso en ellas, imagino donuts.
Vivo en un pueblo pequeño de la costa mediterránea. Hay varias panaderías; dos de ellas hacen unos donuts que, puestos uno al lado del otro, son idénticos. Pero no saben igual. De hecho, mi familia siempre me recuerda que compre «los de la Moni». Con toda seguridad, en ello influirá la calidad de los ingredientes, la forma de mezclarlos, el modo de amasar, el leudado, el tiempo y la temperatura del horneado, la experiencia y, lo más importante, el toque personal del pastelero. (más…)
Cada vez que oigo, escucho, leo o escribo «estilo literario» no puedo evitar el recuerdo de la frase de Gardner Botsford: «Los malos escritores hablan del inviolable ritmo de su prosa». La búsqueda de un estilo literario que nos diferencie del resto de escritores no se trata de andar inventando originalidades nunca escritas, sino de encontrar la naturalidad de la voz propia. En esa búsqueda interviene la honestidad. ¿Qué es esto? Pues, por dar un ejemplo, no andar buscando sinónimos ampulosos para adornar tu prosa.
Lo normal es que el escritor principiante trate de escribir según cierta difusa noción del lenguaje literario y, sin saberlo, su estilo personal acaba sumergido en un exceso de literatura. He leído muchos textos de escritores en ciernes cuyas redacciones eran irreprochables pero narrativamente ineficaces. Redactar bien no es lo mismo que escribir literariamente. Por eso, es conveniente conocer —y reconocer— los registros de escritura que restan fluidez y naturalidad a la narración, y ver si el nuestro tiende a alguno de ellos. (más…)
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