Autopublicación: Sobre escritores y buscadores de oro

El 14 de octubre de 2014, Mercedes Pinto publicó en su blog un artículo en el cual exponía su decisión de recurrir a la autopublicación. Viniendo de una autora con tanta experiencia, nos invita a reflexionar. Tengo claro que Mercedes no es una autora más de los muchos (muchísimos) que pululan por las redes con su etiqueta de escritor. El sentimiento de Mercedes es, de algún modo, el mismo que se repite en muchos escritores y que, aun así, no mezquinamos esfuerzos por puro amor a la literatura.

En uno de sus párrafos, dice esto:

«No entro a juzgar cuántos de ellos se sienten de verdad escritores o tienen otros objetivos que se escapan a mi entendimiento […]»

Ese fragmento tiene veintidós palabras, pero significa mucho más, y a mí no se me escapa. Probad poner en Google «cómo ganar dinero escribiendo libros». Aproximadamente 1.160.000 resultados (0,61 segundos). Incluso encontraréis post como ESTE, en el cual habla de las bondades de la autopublicación, y hasta nos plantea que si no nos gusta escribir, no nos hagamos problemas:

Néstor Belda │ Autopublicación

El éxito editorial y la literatura

Es evidente que, además de ser muy lícito, cada cual busca la mejor manera de poner los garbanzos en su plato, aunque con esta fórmula, también es verdad, algunos buscadores de oro quieren poner pepitas explotando las posibilidades de la autopublicación. No menos cierto es que nunca me resultó tan complicado decidir en qué autor invertir mi dinero. En plataformas como Amazon hay chiquicientos mil autores se pelean por un puesto en el top 100, algunos con sudor honesto, y otros… otros vaya uno a saber. Prefiero suponer que lo ignoro.

En la actualidad, el éxito editorial tiene más que ver con las estadísticas de ventas que con la literatura. Eso es así, todos lo sabemos. Hoy el éxito editorial no depende de lo buen escritor que seas sino de tus conocimientos de marketing en Internet, de tu habilidad con las redes sociales, de lo mediático que seas, y un sinfín de otras aptitudes –y actitudes– ajenas al entorno natural de un escritor. En varias oportunidades he descargado un libro electrónico de un autor «perdido» en esa densidad de escritores y pseudoescritores, y he lamentado que tanta literatura no transcendiera como es debido. En otras, he lamentado no haber invertido esos 0,99 o 1,99 en una barra de pan o en una cerveza con los amigos del bar de la esquina. O incluso sin amigos.

Autopublicación: El mundo editorial ha cambiado

Luego de sentirme varias veces defraudado ―casi como burlado―, en plataformas de descargas, reconozco que mi ánimo para publicar suele entrar en barrena. Pero siempre consigo controlarlo porque hay una verdad ineludible en la que creo firmemente:

El mundo editorial ha cambiado y nunca ha sido tan fácil la autopublicación, pero escribir literariamente nunca lo ha sido y, al final, el lector ―el buen lector― sabrá apartar el trigo de la paja.

Por desgracia, la línea que separa el amor a la literatura de las necesidades y/o aspiraciones económicas, es muy sutil. Es un delicado equilibrio entre cifras de ventas y cantidad de lectores, que son aspectos significativamente diferentes. Una venta no se convierte, necesariamente, en un lector. He descargado libros electrónicos de los cuales he leído veinte páginas y los he abandonado. Estoy en las cifras de ventas del autor, pero no en la de sus lectores. Esto, dicho por un escritor, podría parecer un argumento falaz. Sin embargo, muchos de mis lectores, sobre todo aquellos que parecieran tener cierto compromiso moral para conmigo o con mi obra, han tenido que escuchar una pregunta a quemarropa: Pero ¿tú lees? Porque no quiero una venta y ya está. Quiero un lector. Con el tiempo, si realmente soy bueno, tendré muchos y mis respectivos ingresos económicos.

Como Mercedes Pinto, y por eso aplaudo su decisión de recurrir a la autopublicación. Es un camino duro, pero es un camino digno, que demuestra una voluntad inquebrantable de no doblegarse a un mercado editorial que tiene poco de literario, aunque algunos autores que han sido publicados por editoriales nos miren a los autopublicados con cierto menosprecio. Me ha pasado. Más de una vez.

Las plataformas de autopublicación digital han derribado las barreras que obstruían el camino de muchos escritores hacia la publicación, pero también las han derribado para los buscadores de oro. Casi sin invertir dinero, se puede publicar y vender en digital y papel bajo demanda ―con mejores condiciones que con las editoriales convencionales―, y el lector puede elegir la versión que prefiera. Lo malo de la gratuidad, como en todos los aspectos de la vida, es que sus objetivos se desvirtúan, y así está el patio literario.

Sin embargo, los expertos ―porque la red está a rebosar de expertos― aseguran que el libro electrónico acabará con el papel. Desde hace muchos años lo vienen vaticinando aunque, de momento, no ha ocurrido. No soy experto y, por lo tanto, no tengo ni claridad ni autoridad para concluir es así o si la caída de las ventas en las librerías físicas es consecuencia de la crisis económica, de la aparición del libro digital, de la impericia informática de muchos lectores, de la calidad editorial o del escaso hábito lector. Son muchos ingredientes en la batidora y cada uno hace la lectura que le conviene. La verdad es que el crecimiento de las ventas de los libros electrónicos tampoco es que sea tan arrollador. En mi caso, sigo vendiendo diez libros de papel por uno digital, pero puede deberse a que no tengo habilidades de marketing, a que mi actividad en las redes sociales no son la adecuadas o a una de mis otras torpezas. Es que lo que yo quería es ser escritor, pero las cosas han cambiado y ahora, además, hay que ser muchas otras cosas.

He publicado en Amazon, sí, porque tampoco soy un obtuso. Entiendo que es una plataforma que nos permite ampliar geográficamente el espectro de lectores. Pero nunca dejaré de publicar en papel, aunque sea una cantidad mínima, por eso del calor humano. Joder, si es reconfortante, ¿o no?, y no me importa invertir dinero en ello. Los ejemplares en mi casa, esperando el pedido de los lectores que han rellenado el casillero «¿Dedicado a quién?».

Es apenas un detalle, casi imperceptible, devorado por esta vorágine de redes sociales y virtualidad: el calor humano. Lo he comprobado muchas veces, como aquel fin de semana en Madrid cuando me reuní con Dorcas, con Ana Bolox, con Sol Tame, con Yoly Hornes. Calor humano. Cara a cara con tu lector. Nada reemplaza el placer haber preparado muchos sobres y haberlos llevado, yo mismo, a la oficina de Correos, o entregarlos en mano después de haber charlado con ellos cara a cara en las presentaciones. Calor humano, algo que nunca nada ni nadie podrán ni reemplazar ni soslayar. Ni blogs, ni redes sociales ni comentarios en Amazon. Y si yo me olvidara de eso, si algún día me olvidara del calor humano, sentiría que dejo de ser un escritor para ser solo un vendedor de libros.

Imagen destacada Ludmila Uleva en Unsplash

5 comentarios en “Autopublicación: Sobre escritores y buscadores de oro”

  1. Hola estuve leyendo durante unas 5 horas en la red de Internet esta mañana y no pude imaginar leer nada tan guay como tu articulo.
    Me ha llamado la atención mucho el modo que posees al escribir imagino que es lo que me ha llegado.

    Para mi, si muchos de los los propietarios de webs difundieran este tipo de comentarios, Internet seria mucho mas practico. Espero que sigas por estos lares y siga leyendo articulo tan geniales.
    como este.

  2. Alucinante la web esa que citas de como ganar dinero rápido haciendo un libro. Pero supongo que ese tipo de pseudo-negocios los hay para todo al fin y al cabo….
    Es verdad que estamos en un momento incierto, quizá fascinante, de cambio en el mercado editorial. Me ha gustado el árticulo de Mercedes Pinto al que te refieres. Te remito a una entrada reciente en el blog de Hugh Howey (http://www.hughhowey.com/my-bias-again/). El ha vendido cientos de miles de libros de su serie Silo en Amazon y ahora se lo rifan las editoriales. Pero aparte de para las traducciones, sigue optando por la autopublicación. En su blog, hace una defensa apasionada de su opción, respaldada por números tambien. Pensamos en la autopublicación como una opcion sobre todo para autores noveles o que pierden el respaldo de las editoriales. Pero la ironía es que los que mas tienen que ganar con la autopublicacion son los autores que ya tienen un público, y que están recibiendo 10% de derechos de autor, cuando podrían ganar el 70%…

  3. Marie-Laure Sébire

    Sin opinar sobre las bondades de la autopublicación que son muchas, me parece que también tiene su lado malo. Las redes sociales se ven invadidas por decenas de escritores o mejor de personas que siempre han soñado con ser Delibes ya que es más fácil aparentemente que ser Mozart o Picasso.
    Terminaremos llegando a la conclusión que ya que está autopublicado, este libro o este otro son una bazofia. Por supuesto es injusto para algunos que han sido rechazados una y otra vez por esas editoriales que no corren riesgo salvo excepción o que han probado con tiburones de la edición que te sacan el dinero sin vergüenza ninguna, después de haberte dicho que eres buenísimo.

    Escribir un libro no es muy difícil, ser escritor ya es otra cosa. En cuanto a ganar mucho dinero con libros…es privilegio de pocos y no siempre de los mejores.

    Sin defender siempre la política de las editoriales, me parece que tener que mandar tu manuscrito esperando que lo lean unos profesionales del libro obliga a una auto-crítica y a cierta calidad auto-impuesta. La total liberación de la publicación nos submerje en un mar de mediocridades donde se pueden ahogar la perlas que hubiesen merecido nuestra atención

    1. Hola, Marie

      Es así, la autopublicación tiene sus bondades, epro, como todo lo que es gratis, se desvitúa. Lo que debería ser una oportunidad para escritores que no consiguen entrar en el circuito editorial se ha convertido en una oportunidad de negocio y un modo de publicar sin el mínimo respeto por el proceso editorial y por la literatura.
      Lamentablemente, es lo que hay, y solo nos queda defender el buen hacer literario de la manera que podamos.
      Gracias por tu comentario.
      Un abrazo.

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